El reportero Esteban Stevenson mantenía su cara escéptica mientras escuchaba la voz que resonaba en la bocina del teléfono. -Mire señor, este noticiero es de alcance nacional, hay noticias mucho más pertinentes y útiles para la comunidad; fíjese que hace más de un año que la sustancia rosada y pegajosa no aparece en la primera plana de ningún diario... Si, yo sé que nunca habían reportado una persona curada pero mire nomás que hoy se estrelló un autobús lleno de monjitas...-. Alfredo Jumbo, jefe de redacción del noticiero NotiOcho interrumpe a Esteban mostrándole la televisión: NotiNueve y NotiDiez ya se encuentran en la entrada del Hospital Argerich, la cual está rodeada de manifestantes contenidos por la policía. -Esteeee, ¿doctor Benavides? ¿cómo dijo que se llamaba el paciente?... Si... Ajá... Pedro Alarcón... Mire, nosotros vamos a enviar una unidad móvil para allá pero prométame que nos dará la exclusiva; hablaremos con usted, la enamorada del paciente, ojalá tenga hijos pequeños y definitivamente tenemos que hablar con el señor Alarcón... Si claro... Yo sé que es riesgoso, pero hace un minuto usted me decía que el país tiene que saber esto; creo que estamos de acuerdo en que aquí prima el interés común por encima de una posibilidad remota de que el paciente recaiga... Muy bien, lo logró señor; en menos de media hora estaremos allá para transmitir a todo el país y mandar a nuestra señal internacional... Una preguntita... Si depronto él, en medio de su volatilidad explotara ¿nos haría daño a los que estemos presentes en la habitación?-
