viernes, 17 de septiembre de 2010

39. Regalo

-He escuchado algo de ellos...-, dijo Rubén y se tomó de un sorbo el último trago de vino que había en su copa para luego servir más. -Dicen que son como una especie de sociedad que cree en ideales rosados, que disfrutan el amor telenovelero y que se mandan regalitos y maricadas, pero pensé que eso sólo era para quinceañeras; nunca me hubiera imaginado que el güevón de tu artista cayera en eso-. -Pues ya ves-, dijo Laura después de tragar el útimo trago de su copa. -Desde el día en que decidí dejarlo no lo volví a ver, me da mucha pereza llamarlo; a veces me da lástima y eso me parece peor que ignorarlo, entonces dejé las cosas así, que fluyeran como quisieran; eso fue hace más o menos un mes-. -Relájate que él no es un niño que depende de tus tetas, y si no lo sabe aún entonces le hacés un favor brindándole esta oportunidad para aprenderlo-. -La verdad Rubén, hijo de puta que sos, es que no sé si ese estúpido vaya a aprovechar esa oportunidad, yo creo que más bien tiene ganas de hacerse un show y volverse la estrellita de cuenta de mi culpa, que a pesar de todo, la siento por extraño que parezca-, sacó de su bolso el sobre rosado, una hoja rosada en su interior y un texto escrito en ella con letras manuscritas rojas. Rubén se quedó perplejo: -¿Esos son los tales Románticos? Entonces no son un grupito de quinceañeras; son gente peligrosa-. -¿Pero qué decís Rubén? No te entiendo un carajo-. -No es la primera vez que veo ese papel rosa con letras rojas; todo empezó con un compañero del diario Crónica, Fernando, que estaba investigando un asesinato horrible ocurrido en la calle Pringles de Almagro hace poco más de dos meses... Que estúpido que soy, tal vez tu tonto David puede ser entonces el mismo David de esta historia; si lo es, está metido en un problema grande-.

jueves, 16 de septiembre de 2010

38. Aprecio

Se quedó un rato observando a David desnudo, durmiendo acurrucado sosteniendo la almohada con fuerza. Otro cigarrillo tan solo para aletargar un momento incómodo y patético. -Pero si no tengo nada contra él, y él es bueno, no es malo, y me trata bien siempre, y aún así lo estoy odiando por dentro como a nadie, así no más, sin razón, sin motivo; esto terminó de la misma manera que empezó-. Una aspiración de humo azul llena sus pechos redondos, un suspiro lo expulsa lentamente, saboreándolo, jugando con él entre la boca y la nariz. -¿Le escribo algo, así sea un "chao"? ¿le digo por qué me voy? ¿Es que acaso sé por qué me voy? ¿Le digo?- Pero Laura sabía muy bien que cualquier palabra no sería más que un cinismo lastimero. Un intento por callar su propia culpa más que un acto de aprecio por David. Por primera vez se sorprendió del trabajo tan eficiente que hicieron las monjas gordas de su colegio. Se vistió y se fue.

viernes, 3 de septiembre de 2010

37. Capullo

Fueron 7 los orgasmos que Laura pudo sentir con David después de la última vez... Después ya no era capaz, ni siquiera de fingir. Cuando se dió cuenta de esto, cuando por fin aceptó este hecho una extraña sensación comenzó a generar angustia y ansiedad dentro de su ser, una especie de inquietud en las tripas que podría ser tan bien descrita con la metáfora aquella de las maripocitas en el estómago si no fuera porque los enamorados y optimistas la robaron de manera rapaz y engañosa. Laura no era optimista, no estaba enamorada y sabía muy bien cuál era esta sensación tan parecida al enamoramiento pero que supo bautizar con otro nombre: culpa. Y sonrió mientras fumaba un cigarrillo, sentada desnuda frente a la cama y en ella David durmiente abrazando una almohada: Así me abrazás a mí.