martes, 26 de abril de 2011

44. Andanzas

Regina espera el autobús en la esquina. Un viento frío se cuela entre sus piernas, como queriendo levantarle la falda del uniforme: esa fue la señal. Con su mano libre impidió que sus nalgas quedaran al aire y con una risita en su cara escaneó a su alrededor. ¿Quién pudo mandarle aquella mirada lasciva que por poco expone su culo? ¿Quién podría tener una mirada tan poderosa? La halló al toque; justo en frente de la parada de autobús, a través de una ventana, en un café, un pobre diablo con cara de idiota. Regina se quedó esperando las maripositas en el estómago, pero estas tan sólo alcanzaron a llegar a su entrepierna.