martes, 17 de agosto de 2010

36. Regazo

David le respondió con un beso suave en la boca, luego otro en el cuello y luego otro en el pecho entre los senos. Y ahí se quedó, taciturno, quieto, respirando profundo, atento a la respiración y al corazón de Laura. Mientras tanto ella seguía fumando y haciendo bolitas con el humo, recordando la noche, recordando el amanecer, recordando el orgasmo que todavía la tenía temblando de la cintura hasta los piés, y sonrió. Otra bocanada de humo inspirada y otros dos círculos perfectos girando sobre sí mismos y elevándose lentamente hacia el techo; el tercero comezaba a ascender como un alma recién liberada, Laura lo miraba fijamente pero su visión se vio interrumpida por la mano de David tocando la suya, la agarró y él mismo puso la mano de Laura sobre su cabeza acariciándose a sí mismo con ella. Laura miró hacia el nochero y aplastó, entre el cenicero que allí reposaba, su cigarrillo que apenas estaba a la mitad. Una última bocanada imperfecta de humo salió junto con un suspiro. David también suspiró. -Hasta la próxima campeón, me tengo que ir-. David se quedó abrazando la almohada, acompañado por el aroma de Laura y el humo de su cigarrillo inacabado.

miércoles, 11 de agosto de 2010

35. Nicotina

Gracias al cielo que este hombre recuperó lo que tenía, pensaba Laura mientras jadeaba y se mordía el labio, brincando encima de David, quien le apretaba las nalgas con una fuerza que exitaba a Laura en exceso. Una semana después del encuentro anterior y por fin David le había vuelto a sacar, desde lo más profundo y esponjoso de su ser, los gritos más verdaderos y eléctricos, el sudor más dulce, el placer más salvaje de ser penetrada y sentir con desespero cada vez más ganas de que ese macho la rompiera en dos, cada arremetida con más fuerza hasta llegar al límite de lo brusco y brutal; la entrepierna como una fuente inacabable de fluídos y la fuerza de su amante allí concentrada, haciendo presión extrema. Gracias al cielo que este hombre recuperó lo que tenía, volvía a pensar mientras fumaba un cigarrillo. Mientras botaba el humo lentamente David le masajeaba los pies; no se había dado cuenta del poder escondido en los pies hasta ese momento... Un círculo de humo giratorio salió de su boca. La imagen perfecta del aro subiendo lentamente frente a ella se vio interrumpida por la mirada fija de David, ojos negros, cejas arqueadas, sonrisa ingenua... ¿Qué te pasa campeón?